El Sporting no entiende de espejos

Por mucho que pase y a quien le pese, el Sporting no entiende de espejos.
Pensar que el Sporting de Gijón debe mirar hacia el trabajo ajeno para encontrar su camino es no haber entendido nada tras casi 120 años. Sí, se puede hablar de frustración y de otro sinfín de adjetivos porque así lo dictan los resultados, pero no conviene olvidar de donde venimos.
“Quien no conoce su historia está condenado a repetirla” y no será un servidor quien dude de los conocimientos de nadie, pero pongamos las cosas en perspectiva. De aquel equipo de estrellas que fascinaban a España ya solo queda el recuerdo y aunque siempre hay algún romántico de lo vintage, eso no va a volver. Aquello hacía ya mucho tiempo que lo habían convertido en un equipo más de segunda. Solo eso.
Nos hemos malacostumbrado al “grandonismo permanente”, olvidando los cimientos de la humildad
La exigencia está bien, y por supuesto que es necesaria, de hecho el fútbol no se entendería de otro modo: pero de ahí al negativismo y a esta tendencia apocalíptica instaurada en los últimos tiempos, hay bastante distancia. Insisto, exigencia sí; mucha y siempre (no solo cuando viene de bruces), porque hace unos meses todas esas emociones se opacaban por el ‘grandonismo’ y ahí, automáticamente, las críticas desaparecían, ¿qué pasa, antes todo era perfecto y ahora nada tiene sentido? A los Reyes Magos también se les exige desde la ilusión, es lícito.
Un sabio que de ilusión -fútbol- y trabajo sabía un poco, dejó una frase de esas que con el paso del tiempo cobra, si cabe, mucho más sentido. Qué razón tenía Preciado cuando dijo que “ni antes éramos el Bayern Leverkusen, ni ahora somos la última mierda que cagó pilatos.” Es una distopía involuntaria lo de aquella rueda de prensa, o quizás, es que el de Astillero conocía mejor a la Mareona que nosotros mismos, como si alguien pensase que esos buenos tiempos iban a durar siempre o que nosotros, como afición, no íbamos a tropezar con la piedra hasta querer romperla.
Ni somos conscientes del pasado, ni lo somos del futuro, que es lo importante.
El ser humano es, según la psicología social, totalmente dependiente de la nostalgia, pero sin duda los expertos deberían preguntarle al Sportinguismo. Hoy, es cuanto menos curioso como las nuevas generaciones hablen de inversiones, dimisiones o ascensos entre otras cosas. Los mayores vieron a Ferrero, los míos la ilusión de ir al campo con aspectos que es mejor no recordar, y los de ahora, presos de a dopamina, sólo unas críticas que muestran como la historia está cerca de repetirse, al menos lo que se cree conocer de ella.
El Real Sporting de Gijón no necesita mirarse en nadie, el Sportinguismo… Su ombligo, equilibrio, humildad y cordura.