
La temporada 2024/2025 del Real Sporting de Gijón ha sido un viaje emocional tan familiar como frustrante. Concluye sin sobresaltos dramáticos, pero también sin gloria.
El equipo rojiblanco afronta este sábado en Ferrol la jornada 42 de LaLiga Hypermotion con los deberes justos hechos: la permanencia está asegurada, pero cualquier aspiración de ascenso se evaporó hace ya varias semanas. Un año más, El Molinón se queda sin soñar en primavera.
El alivio de seguir en pie
Hay que decirlo: el objetivo mínimo —seguir en Segunda División— se ha cumplido. En una categoría cada vez más exigente y plagada de históricos, mantenerse no es poca cosa. Equipos como el Tenerife, el Huesca o incluso el Mirandés han coqueteado con el abismo durante toda la campaña. En ese sentido, el Sporting ha evitado los fantasmas del descenso sin grandes dramas. Pero, ¿desde cuándo conformarse es parte del ADN sportinguista?
Una rabia contenida: ¿y el ascenso para cuándo?
La afición de Gijón, una de las más fieles y pasionales del fútbol español, vuelve a quedarse con la miel en los labios. Otra temporada sin acercarse realmente a los puestos de privilegio. A pesar de victorias puntuales con aroma de equipo grande —como el 3-1 ante el Oviedo o el trabajado 1-0 frente al Racing—, el Sporting nunca fue candidato serio al ascenso. Ni por juego, ni por regularidad, ni por ambición institucional.
La grada lo percibe y responde: abucheos, desencanto y resignación. Porque no basta con estar; la Mareona quiere competir, ilusionarse, volver a Primera. Y eso, en este curso, no ha ocurrido.
Mirando al futuro con incertidumbre
Con el curso ya sentenciado y la visita a Ferrol reducida a puro trámite, la mirada se dirige inevitablemente a lo que viene. ¿Habrá proyecto sólido? ¿Se apostará por cantera o por fichajes experimentados? ¿Seguirá el mismo cuerpo técnico?
La sensación general es que el club necesita más que una pretemporada: necesita una reestructuración seria, una visión clara y decisiones valientes. Porque el Sporting no puede seguir siendo un equipo que «no sufre» pero tampoco «aspira». Esa tierra de nadie solo desgasta.
El sábado, en A Malata
Este sábado, el Sporting se despide de la temporada frente al Racing de Ferrol en un duelo que apenas tiene valor competitivo. Para muchos será solo otro partido, pero en realidad es una metáfora perfecta de la campaña: sin mucho en juego, sin mucha emoción, sin un destino claro.
La afición, como siempre, seguirá ahí. Esperando que algún día la historia cambie. Que el Sporting vuelva a ser lo que nunca debió dejar de ser: un grande.

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