
¿Y si los escándalos de Orlegi en México salpica al Sporting de Gijón?. Y cuando el techo comienza a gotear en México, no hay razón para pensar que no pueda llover en Asturias.
En estos días ha estallado otra tormenta en el fútbol mexicano: el Atlas de Guadalajara ha sido sancionado por la FIFA, prohibiéndole el registro de nuevos jugadores debido a incumplimientos administrativos en el sistema FIFA Clearing House. Una sanción de este tipo, si bien no es inédita, pone en entredicho la capacidad de gestión del grupo que controla al club. Ese grupo es Orlegi Sports. Y si usted sigue al Real Sporting de Gijón, este nombre le debería sonar… y preocupar.
Porque sí, el mismo conglomerado empresarial que hoy enfrenta sanciones por parte del máximo organismo del fútbol mundial, que tiene a su presidente investigado por la Fiscalía mexicana por defraudación fiscal multimillonaria, es el que compró al histórico club asturiano con promesas de profesionalización, estabilidad financiera y un “proyecto europeo ambicioso”.
Cuando el discurso choca con la realidad
Durante su aterrizaje en El Molinón, Orlegi vendió una narrativa seductora: estructuras modernas, eficiencia empresarial, experiencia en el fútbol. Pero en apenas un par de años, el discurso comienza a hacer aguas. La sanción de la FIFA al Atlas no es un hecho aislado ni menor. No es un error administrativo sin consecuencias. Es una señal de desorganización interna, de falta de control, de improvisación disfrazada de modernidad.
Y si a esto le sumamos una investigación penal contra Alejandro Irarragorri por el presunto impago de más de 17 millones de pesos en impuestos, uno se pregunta: ¿puede un grupo que está al borde del banquillo judicial en México garantizar estabilidad al Sporting?
¿Puede salpicar al club asturiano?
Por ahora, no hay indicios de que las autoridades españolas estén investigando operaciones irregulares de Orlegi en Europa. Pero el fútbol es global, y los problemas legales no conocen fronteras. La FIFA tampoco. Si el grupo enfrenta una sanción mayor, una condena penal o incluso una suspensión operativa en México, ¿quién garantiza que eso no afectará los recursos, la toma de decisiones o la continuidad del proyecto en Gijón?
En el peor de los casos, si la situación legal de Irarragorri escala y se dicta una sentencia, la FMF podría incluso desafiliar a los clubes mexicanos del grupo. ¿Qué impacto tendría eso en la reputación del Sporting? ¿Qué pasaría si el modelo colapsa al otro lado del Atlántico?
No se trata de alarmismo, se trata de responsabilidad
Los aficionados del Sporting, ya bastante curtidos en desilusiones y promesas rotas, tienen todo el derecho –y el deber– de preguntarse si la casa está en orden. Si el modelo que se está imponiendo en el club responde a criterios deportivos y éticos sólidos, o si estamos frente a un experimento de expansión de un grupo que hoy está en entredicho.
Porque por mucho que los problemas estén a miles de kilómetros, las decisiones se toman en las mismas oficinas. Y cuando el techo comienza a gotear en México, no hay razón para pensar que no pueda llover en Asturias.

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