
Que no, que tampoco estamos tan mal, que esto es solo cuestión de suerte.
Son momentos de rabia, tristeza, incertidumbre, incredulidad… Son momentos de nostalgia, preguntas, melancolías… En definitiva, son momento de desesperanza.
Desesperanza de un equipo que va sin pena ni gloria. Desesperanza de una situación que muchos catalogan de patética. Desesperanza de que muchos no sienten esto como lo que era suyo. A veces, y solamente a veces, las cosas nuevas funcionan en tiempos muy marcados. Aunque, sinceramente, si ya saben cómo es el Sporting ¿Por qué se indignan?.
Que si Rubén Albés, que si David Guerra, que si Gerardo, que si Orlegi… Yo no creo que haya ni buenos ni malos en ninguna historia. Y esta no es la excepción. Quiero decir, quizás, tú querido lector, no estés entendiendo de qué trata este artículo. No es una ‘opinión’, aunque te hable de esta manera, sino es más bien una vía de escape para que pienses. Para que pienses en ti. Sí, sí, en ti.
Tú, más que nadie, sabe la importancia de este escudo. Tú, más que nadie, sabe quién tiene que tomar las riendas de esta pasión. Tú, más que nadie, eres el capitán de la Marea. Siempre me enseñaron que del Sporting se es en las malas, porque en las buenas cualquiera estará, como recita Enol BC. A mí, sí a mí, siempre, y digo siempre, me enseñaron que con este sentimiento hay que tener un amor-odio. Amor porque no puedes dejarlo, porque siempre va a estar ahí, contigo, apoyándote cuando nadie más lo haga. Haciéndote compañía si estás solo, incluso haciéndote llorar cuando más lo necesitas.
Y odio porque no entiendes qué le está pasando a tu compañero de vida. Odio porque no están saliendo las cosas tal y como las esperabas. El ‘nos saldrá bien’ ya no cala de la misma manera. Claro que nos va a salir bien, eso nadie lo duda, pero no podemos querer comernos el mundo sin antes aprender a masticar.
La temporada pasada fue única, aislada e inigualable. Y te preguntarás: “¿Cómo dices eso si el Sporting aspira a todo?”. Correcto. El Sporting aspira a todo, pero no siempre. Ese es el matiz que uno tiene que tener en su mente. Las cosas van y vienen, pero lo que perdura es la sensación de que, en tus peores momentos, todo va en la dirección correcta.
Dejémonos de discursos de odio. Dejémonos de críticas sin construcción. Luchemos por lo que es nuestro, por lo que nos une y por lo que debe de volver a Primera División.