La victoria del Sporting ante el Zaragoza parece otro partido de Molinón y victoria, pero no fue un día más, porque la magia está de vuelta
La Real Academia Española define la magia como «un arte o una ciencia oculta con la que se pretende conseguir resultados contrarios a las leyes naturales». Este tipo de definiciones son muy genéricas, pero, aún siendo un extracto de un documento generalizado, puede aplicarse al juego de César Gelabert. ¿Es lógico gambetear a tres jugadores pegado a la línea de cal después de más de setenta minutos en el campo?, nunca sabremos si esto atenta contra las leyes naturales como dice la RAE, pero, sin duda, va contra la lógica del fútbol.
Gelabert es un tipo diferente. El resto busca el espacio, mientras que él está constantemente fabricándolo. Es complicado definir el juego de este tipo de futbolistas, de hecho, dentro del lenguaje futbolístico se les llama «distintos». Aunque aquellos que estamos familiarizados con el mundo del fútbol entendemos perfectamente a qué nos referimos cuando decimos que un jugador es «distinto», no deja de ser un adjetivo y una definición muy ambigua a ojos de cualquiera.
¿Cómo identificar a este tipo de jugadores?
Este tipo de futbolistas se identifican fácilmente en el terreno de juego. Todas sus acciones van precedidas de un profundo silencio en el estadio, si logran ejecutar la diablura que se les pasó por la cabeza en ese momento, el silencio se romperá con una expresión de asombro generalizada que traspasará la barrera televisiva. César, sin duda, es uno de estos. Podemos afirmar que la de ayer fue la primera función de noventa minutos que dejó desde que es jugador del Sporting. No obstante, desde el primer día que se enfundo la malla rojiblanca, se veía que el límite de sus jugadas reside en su imaginación.
Se suele decir que «una imagen vale más que mil palabras» y una vez más toma sentido este dicho popular. El hombre con las manos en la cabeza al fondo, no está así por una ocasión o por un gol, simplemente, la fotografía está tomada después de un regate de Gelabert. Quizás es muy pronto para llamarle «mago», pero, no cabe duda, que es un buen aprendiz.
El Sporting sabe que César gusta en El Molinón, de hecho, el último tweet tras la victoria, fue una foto del «18» con un pequeño texto que enunciaba «Juega, César». Fue un mensaje breve, pero es una buena definición de lo que provoca. Cuando está inspirado, todo el mundo quiere que la pelota esté en sus botas.
El Molinón echaba de menos tener un ilusionista
La magia que genera El Molinón echaba de menos alguien que levante a la gente de sus asientos. Desde que Manu García se fue cedido al Alavés, exceptuando algún momento de Fran Villalba, hacía falta ese jugador con las medias bajas y el talento a raudales. Gelabert tiene todo para convertirse en uno de los jugadores más queridos por la afición. Su disposición para jugar en Gijón y sus detalles de calidad en estos encuentros ya han sentado la primera piedra de esta relación.
La ilusión que genera el «18» se nota en todas parte, incluso en redes sociales. Todas las fotos que sube están plagadas de buenos comentarios y, hasta los más críticos, se rinden a su juego. Seguramente, lo mejor aún esta por llegar. Parece que todavía le falta un punto físico, pero si consigue continuidad, puede convertirse en un referente dentro de la plantilla.