Terminada la Semana Santa, La Pascua y el mes de Marzo, el Sporting pierde la estela de los playoff y se aleja del objetivo. Ahora toca recuperar toda la confianza perdida en los nueve partidos restantes.
Terminados los festejos de la Semana Santa, pasión, muerte y sin resurrección, el Sporting volvió a pecar de indolencia. Un equipo que ha tocado techo en lo físico y en lo táctico, prácticamente se deja ir a ver que ocurre, viendo cómo poco a poco se acerca un final con cero emoción.
Todo lo conseguido parece haberse esfumado, cómo si fuera un milagro, Ramírez convirtió el agua en vino a vista de todos y no quiso nada para él. Curaba enfermos, devolvía la vista al ciego, expulsaba a los demonios y cómo buen salvador, resucitaba muertos. El Míster sabe que su final está cerca y que la condena de Caifás caerá sobre él, le acusarán y le azotarán, todo por haberse proclamado el hijo del fútbol, el Dios viviente de la pelota, el único Rey en El Molinón, ¡qué blasfemia!.
Se sabe que desde que existe el fútbol, que lo que no se perdona es la cobardía y la racanería, se premia lo ofensivo y lo épico. Este Sporting se vuelve anodino y previsible ante rivales que evolucionaron y mejoraron.
Quedan nueve partidos en los que seguro aparecerá algún Judas que nos traicione, un Pedro que niegue a su Señor tres veces, es posible que incluso esos que están callados contemplando el juicio y la caída esperen tener su momento. Esos Fariseos que no saben a que Templo ni a que Dios siguen, ellos que con su dogma hablan de lo bueno para esconder todos sus pecados, esos que con su silencio van a permitir la condena.
El pueblo está dividido, unos prefieren el apoyo incondicional a sus líderes, hagan lo que hagan todo está bien, luego está los Zelotes, que se muestran irreverentes ante la ley, revolucionarios que no se van a rendir y que llevarán al pueblo a la victoria final.
Puede que en este Vía Crucis que nos espera hasta El Calvario, haya alguna caída más, que alguien nos ayude a llevar esta Cruz, que nos limpien el rostro y que nos permitan culminar la obra de nuestro Dios.