El Sporting cae ante el Levante y llega el Armagedón. Mal partido, malas sensaciones y pocas soluciones. Sin embargo, nada está perdido.
No me gustan los Lunes, no, y menos cuando tengo que hablar de una derrota. Una de esas que duelen y que no asumes fácilmente porque sobre el papel, sin los datos del partido, era momento de golpe encima de la mesa.
El Sporting 23/24 sigue en superávit, lo queramos ver o no, nadie apostaba por ello en Agosto. Lo que sí es verdad es que pasamos de los manjares de Estrella Michelín a comer arroz pasado y sin gracia. Al paladar le cuesta amoldarse, más si ese paladar se olvida de donde estábamos hace un año. Seamos honestos, no estábamos preparados para ganar al Levante, tal vez no teníamos esa «mirada del tigre» que sí tuvimos en otros encuentros, que tenemos en casa. Ojos inyectados en sangre y colmillo saliente.
A mi Ramírez ya no me sorprende, ya le tengo pillado el truco y ya entiendo cada matiz. Puede ser que esté en la reserva de lo táctico y de encontrar soluciones a ciertas ausencias. Lo peor no es equivocarse, es equivocarse siempre en lo mismo y cometer dos veces el mismo error, o más. El técnico consiguió cosas inesperadas, recuperó ex jugadores el Sporting y los convenció para quedarse. Probó sistemas, estructuras y alineaciones, las cosas salían, hasta que algo falló y la mano del míster se nota poco.
No obstante MAR sabe que esto es pasajero y se encomienda a El Molinón, se siente cómodo porque sabe que es un plus, que la gente anima, que hay recibimiento, que hay apoyo…pero he de recordarle que también hay pitos y abucheos. Que no caiga en el olvido que este entrenador nos trajo hasta aquí y que a pesar de mis discrepancias, hubo perdón y comprensión, sólo me falta resolución.
Pero no hagamos de esto un repaso táctico-técnico de los problemas del Sporting, hablemos claro del problema, de ambiciones, de supremacía, de querer conseguir las cosas ya, de que las derrotas nos hagan el mal juego del derrotismo. Miro la clasificación y veo equipos detrás, no renuncian a nada, al contrario, ven claro su presente y aún más alcanzable su futuro.
Veo los que están delante, sin mucha distancia y celebran y aspiran a más. Entonces, ¿a qué estamos renunciando?, ¿por qué vemos sólo lo negativo?, ¿por qué pasamos del optimismo más alto a lo mas pesimista y dramático?. Me gustaría tener la respuestas, me gustaría poder decir que sé lo que nos pasa.
Dramatizar nunca fue lo mío y por ende no me creo que sea una adjetivo que vaya con el sportinguismo, me niego a creer que ya hayamos perdido por perder una vez, no concibo el éxito sin el sufrimiento, no alcanzo a entender que ya nada vale.
Lo que nos queda por delante son 12 partidos, lo imposible solo es un poco más difícil y tarda un poco más. No hagamos de la recta final la procesión del Silencio. Si los demás creen, ¿de verdad me vas a decir que tú no lo vas a hacer?. Ni barcos, ni trenes, aquí nadie se baja, se maldice un Domingo, se critica un Lunes, se analiza de nuevo el Martes y vuelves a jurar en Arameo, el Miércoles ya ves la mejora, el Jueves empiezas a tener la sensación de que hay que ganar al Alcorcón sí o sí, el Viernes estás cómo una moto y el Sábado olvidas todo y visualizas: Campo lleno, orgullo intacto, garganta a tope, confianza a mil y «Si vas a mirar atrás, que sea para ver lo que has trabajado para llegar donde estás».