La racha del Sporting en casa, las sensaciones del equipo, el puesto en la clasificación y el cambio de dinámica hacen ilusionarse al sportinguismo.
Tengo que ser precisamente yo el que tenga que escribir algo así sobre el técnico del Sporting. No es una recogida de cable, no, es más una rectificación a tiempo, porque rectificar es de sabios, que se lo pregunten a Ramírez. Desde su llegada al Sporting ha tenido que modelar su discurso, el táctico, no me voy a las frases de discoteca, el discurso en sala de prensa, el mensaje en vestuario y las reacciones durante los partidos.
Miguel Ángel Ramírez es otro, no es el de «los organismos vivos» no es el de los mensajes vacíos, el de postureo, el comparativo a «yo conseguí esto o lo otro en aquel equipo», ya no es el político-entrenador que emanaba filosofía, mucha teoría y poca práctica. Se tuvo que amoldar, pasó de obviar clasificaciones a tener que mirarla cada semana, hasta el final de la temporada pasada. Con un equipo heredado que buscaba hacerle jugar con sistemas poco aptos para las circunstancias extremas, una liga que pone en su sitio a todo aquel que viene de «listo», una entidad que estaba poco acostumbrada a tener poca paciencia con los banquillos.
En definitiva, que hay un cambio, una adaptación, un giro a lo sensato, a lo practico, a lo entendible, con un cierto matiz a entrenador de la casa, esos que saben que los jóvenes necesitan una mezcla de apoyo y disciplina. MAR es otro y tengo que reconocer, a día de hoy, que este MAR es mi MAR, no cómo antes.
Por eso me lanzo a dar cinco razones por las cuales creo que se puede creer en el Míster, no sólo por el momento actual, sino pensando ya en el futuro del equipo a corto plazo, es decir, lo que queda de 2023.
- Cambio de mentalidad: Ha conseguido, en poco tiempo, hacerse con las riendas del grupo. No era sencillo, hay veteranos y noveles, cada cual con sus diferencias, que él supo administrar, tanto en minutos, cómo en trato. Además consigue que no haya diferencias entre los más habituales y los que menos juegan, todos se sienten importantes.
- Entrenador de cero quejas: No me traen un delantero, no me quejo, no encontramos en el mercado al jugador que preciso, cero quejas, tengo que adaptarme a lo que tengo, trabajar y buscar el máximo rendimiento. Un mensaje que la directiva tendrá en cuenta si vienen mal dadas. Por cierto, fue el más honesto de todos con Víctor Campuzano.
- Librillo táctico: Está demostrando ser un hombre de recursos, con su fallos, con su mala interpretación alguna vez, pero va resolviendo cada problema en un corto espacio de tiempo, cada día más rápido. Se adapta a los jugadores y lo que el juego le demanda.
- Discurso: Uno de los factores en los que se ve más clara la evolución es en las ruedas de prensa, el gran obstáculo, cambió desde su mirada, a sus respuestas. Toma aire en cada una, contesta seguro de si mismo, no duda y su semblante refleja la convicción de lo que quiere expresar. Menos rodeos, menos filosofía y más fútbol. Alguno anda perdido con qué preguntar.
- Uno más dentro del vestuario: Es probablemente el mayor cambio. De puertas hacía fuera parecía distante, incluso seco, sin saber lo que era internamente, me atrevería a decir que estaba desbordado. Pero todo cambia, ahora ríe, salta, canta, celebra y tiene esos ojitos cristalinos cuando terminan los partidos con victoria. Es uno más y con su juventud consigue empaparse del buen ambiente que ahora se palpa, es parte de ese éxito.
Es muy posible que me deje cosas, es probable que algunas de ellas sean más importantes que las citadas. A día de hoy y después de seis partidos, me quedo con estas, No viene mal recordar que, hace tres meses, no veía con buenos ojos su continuidad, hoy me quedo con este MAR.