Otro Derbi sin movimiento en el marcador, con un Sporting netamente superior que consiguió su primer punto fuera de casa.
Seguro que has escuchado alguna vez aquello de “el fútbol son veintidós personas corriendo tras un balón”. O eso de que “el fútbol es lo más importante entre las cosas que no lo son tanto” pero un derbi no.
Un derbi es diferente, no es fútbol, ni siquiera es un partido más. Un derbi nunca son sólo tres puntos: son emociones a flor de piel, son – a priori – las ganas de demostrar quién es mejor, es la rivalidad entre cercanos y ajenos.
Son los cánticos en el estadio y las cervezas fuera de él y es también el llevar a tu equipo en volandas, aunque como en caso del Real Sporting de Gijón tengas que ir a la guerra con una cuchara de madera.
La quinta jornada de la Liga Hypermotion enfrentó en el día de ayer al Real Oviedo y Real Sporting de Gijón. Otro Derbi sin movimiento en el marcador.
Dos realidades totalmente opuestas; por un lado, los locales llegaban al encuentro siendo el farolillo rojo de la competición y con serias dudas tras haber cosechado hasta el momento dos empates frente al Racing de Ferrol y la pasada semana en el Ciutat de Valencia frente al Levante U.D. y dos derrotas.
Por el otro, el conjunto rojiblanco que llegaba a la cita con su máximo rival con seis puntos en el casillero y una agónica victoria que llegó en el último suspiro de la mano de Daniel Queipo hace justo siete días.
Los de Álvaro Cervera llegaban con la imperiosa necesidad de sacar algo positivo de la contienda aunque la enfermería lastra seriamente al conjunto carbayón ya que no pudieron contar por lesión con Alemao y Lucas Ahijado, aquejados con molestias ni con el delantero procedente del Villarreal Alex Millán y el central ‘Rodri’ Tarín, ambos debido a lesiones de larga duración.
Se sumaron además Colombatto tras ser expulsado por doble amarilla hace una semana.
Cazorla y Víctor Camarasa, quien se cayó de la convocatoria a última hora por motivos personales mientras que por su parte.
Los de Miguel Ángel Ramírez se presentaban en la ciudad vecina tras recuperar definitivamente a Varane y Queipo pero con las ausencias del flamante fichaje, Roque Mesa y el ariete Uros Djurdjevic convocado por Radulovic para sus compromisos internacionales.
Víctor Campuzano sería la novedad en el equipo rojiblanco llegando incluso a disputar algunos minutos pese al verano tan convulso para club y jugador.
Si bien se había hablado durante la semana de aspectos como el del dispositivo de seguridad empleado por las autoridades de cara a la fiesta del fútbol asturiano elogiando al mismo.
Los incidentes no tardaron en llegar cuando a la entrada de la ciudad. La expedición rojiblanca fue atacada con piedras aunque por suerte no hubo que lamentar daños más allá de los causados a una de las lunas del autobús.
Posteriormente, Ramírez declaró ante los diferentes medios que “fue un susto grande. Escuchamos un golpe fuerte, muy fuerte, pero no entendíamos lo que estaba pasando” Como punto positivo al finalizar el choque, y ya sin afición local en el estadio, el delantero del equipo azul salió a jugar con sus hijos al césped donde todos fueron coreados por la Mareona desplazada hasta el lugar.
Ante las bajas previamente mencionadas, ambos preparadores llevaron su plan con alguna que otra variación, especialmente el visitante que optó por “copiar” el planteamiento rival lo que le hizo poner una línea de cinco defensas en la que Pascanu jugaría -yendo de menos a más en el encuentro- en su posición natural junto a Insúa y Róber Pier donde Cote y Guile fueron los carrileros.
Fue un partido donde ninguno quiso fallar, uno de esos en los que cada pequeño detalle puede decantar la balanza de uno u otro lado, es por ello por lo que ningún bando quiso arriesgar en exceso.
En los minutos iniciales del encuentro ya se pudo apreciar la que iba a ser la tónica habitual del mismo, poca proposición, y buscar el error, un error que estuvo cerca de encontrar el conjunto local mediante balones largos a la espalda de Rosas primero y, aprovechando la amonestación de Pascanu después.
Sin embargo, todas aquellas acometidas Carbayonas quedarían en agua de borrajas pues el Sporting fue de manera paulatina entrando en el partido siendo superior la mayoría del tiempo.
Si bien es cierto que el planteamiento del técnico canario fue correcto, se echó en falta la presencia de jugadores como Gaspar y Dani Queipo desde el inicio en detrimento de figuras como la de Fran Villalba o Haissen Hassan quienes no le tomaron el tomaron el pulso al choque en ningún momento salvo acciones completamente aisladas.
Por otro lado, Miguel Ángel Ramírez buscó alternativas hasta el final para lograr llevarse los tres puntos de vuelta a Gijón aunque sin éxito, no obstante el punto logrado en el día de ayer en el Carlos Tartiere se puede calificar como positivo aunque insuficiente.
El equipo, por fin compite.