
El Sporting sufre un mal endémico, se ha instalado año mejor o peor, en una zona mediocre de la clasificación de La Liga SmartBank.
¿Quién o quiénes, nos pone la pierna encima para que no levantemos cabeza?, da que pensar, da igual entrenadores, jugadores, presidentes, propietarios, directores deportivos…entrar en el Real Sporting es profesión de riesgo. Desde los más veteranos del fútbol, pasando por imberbes, debutantes, iluminados, fracasados, con sangre rojiblanca o sin ella, quien más quien menos sufre de «miedo escénico» cuando dirige al Sporting.
No es ya una casualidad, o una mala racha, o algo que tiene una pronta mejora, el equipo se acomoda fácilmente en la mediocridad y en el ostracismo más absoluto campaña tras campaña desde hace unos años, a ver si alguien es capaza de explicarme el cómo y el cuándo, pero sobre todo, el porqué perdimos el rumbo.
En Gijón nunca nada es lo que parece, nuestras expectativas siempre son las más altas de la categoría, por razones obvias, pero, ¿hay una auténtica base futbolística para creernos mejores que el resto?
Vayamos al principio de esta temporada, con el inesperado y necesario «cambio de aires» dentro de la propiedad. Llegaba del Grupo Orlegi, con buenas palabras, puesta en escena impecable y aires de grandeza, venia a salvar a los «prubinos sportinguistas» del lobo feroz, quien durante algo más de dos décadas campó por los bosques de Mareo y nosotros, cómo Caperucita, caímos en sus trampas y crecimientos sin retorno. Nos usaron cómo lo que somos, románticos y crédulos, salvo excepciones que nunca vieron nada positivo en las SADs, yo sigo sin verlo. Dijeron que creceríamos, dijeron que volveríamos a donde merecemos y lo creímos, y por momentos (2008 y 2015) pareció que era verdad, el viejo arte del engaño y la farándula. Nada que ver con el momento actual, o ¿si?. De momento lo que sabemos es que la pasta la ponen, sin contemplaciones, veremos el el plato final.
De lo que estoy seguro es que los nuevos mandan más y mejor, la diferenciación y división de la afición en diferentes categorías: Abonados, accionistas, peñistas, todo junto o simples aficionados con un solo derecho, animar, sufrir y pagar.
Si nos vamos al césped empiezan los problemas no damos con la tecla o nadie da:
Paco Herrera, Baraja, José Alberto, Djukic, Gallego, Martí, Pitu, Ramírez…nadie es lo suficientemente bueno para que el Sporting suba, nadie, con mejores o peores resultados, fue capaz de lograr estabilidad y armonía en el equipo, sorprendente.
Modelos de juego, cambios de esquema, tácticas, motivación, carácter…todos los citados tienen algo de especial, casi todos aportaron algo y ahora, el actual, está en modo «Profesor Chiflado» probando cosillas y dándonos lecciones de juego y de métodos que ni él mismo se cree, algo tuvimos que hacer mal en otra vida para merecer esto.
Ramírez está en sintonía con el Patrón, eso le salva, la puesta en escena, el ir por el camino marcado y creyendo a pies juntillas en lo que le dicen sus jefes.
Podría estar horas resumiendo la deriva peligrosa en la que estamos, podría dedicar mis ratos libres a repasar datos y estadísticas, podría, pero no quiero. Sólo quiero dejar mi mensaje de preocupación ante los hechos, mi temor a un desenlace fatal, mi miedo a que esto sea el principio y no asumamos la realidad. Somos de segunda, aunque no pensemos en ello, nos quieren grandes, nos queremos grandes, pero no lo somos, queremos creer pero lo único que hacemos es soñar despiertos, ¿sabéis por qué?, porque esto es fútbol y va de que entre una pelotita caprichosa entre en una portería, ella es la que marca quienes son los buenos y los malos, los gestores o los ladrones, el que sabe y el que va de iluminado, los cracks y los tuercebotas, en definitiva la que salva o corta cabezas.
Si eres del Sporting me comprenderás, si eres del Sporting pensarás parecido. Nos pueden los sentimientos, nos regimos por los sueños, porque estos, si son grandes, nunca mueren. ¡A por el Tenerife!.
