El Real Sporting vuelve a perder un Derbi Asturiano en el Carlos Tartiere. Pocas ocasiones y menos fútbol en una victoria por la mínima de su máximo goleador, el penalti.
La sombre de los Derbis es alargada, sobre todo si pierdes. Más si cabe cuando pierdes por poco, por no marcar primero y por ser ingenuo en ocasiones.
El Sporting vuelve a caer ante el máximo rival, más bregado en estos envites por su experiencia lejos del fútbol profesional y que parece que, independientemente de quien entrene o juegue, entiende mejor este tipo de duelos.
Siempre hay poco fútbol en los Derbis, por unas razones u otras, son partidos tácticos, a pesar de que la pizarra se desmorona muy pronto.
Es un tipo de partido de jugadores, de que los actores principales interpreten su papel. Este Derbi en especial tiene un ingrediente que lo hace más factible para ellos, la propuesta que Cervera inculca a sus jugadores, era sabido:
Pocas ocasiones, que pasen pocas cosas, que el rival llegue a ese momento de desquicio, un equipo que presiona, despeja, achica y busca otro tipo de confrontaciones, diferentes a lo que estamos acostumbrados o a lo mejor no nos queremos acostumbrar.
No hay normas en esto de combatir, ni las hay ni las hubo, probablemente una de las razones para perder duelos es que supieron ir de victimas o de verdugos, según requiera la ocasión.
El Sporting perdonó y no es novedad, lo que es imperdonable es que tu máximo goleador no sea titular. Cristo González debe estar pensando en cambiarse el nombre para a ver si después de cinco goles encuentra su hueco en la religión del Pitu.
No es cuestión de goles solamente, que al fin y al cabo es a lo que se juega, a ganar, ni de actitud (tiemblo cada vez que Abelardo habla de que se dio todo, que menos), es cuestión de porcentajes.
Si ganas un duelo aéreo de 27 tal vez ese no sea tu estilo, si eres mejor con la pelota y fallas el pase más fácil, si Rivera y Zarfino llevan jugando dos meses a una cosa y hoy tienen que jugar a otra, o que en la banda de Cote y Jony hay menos conexión que en un ascensor, tal vez por estas cosas se pierde hoy. Los detalles son variados, pero en la primera parte durante media hora surtió efecto, pero ya en la recta final llegó el momento del «contagio».
La segunda parte, para olvidar: Djuka desaparecido, Zarfino desconocido, Rivera desbordado y tan solo Gragera parecía entender que hacía falta, hasta el penalti.
A partir de ahí se acabó, no se jugó, ni cambios, ni órdenes ni la mínima sensación de empate. Al menos para decir aquello tan recurrente de: «perdimos dos puntos». Pues no, perdimos tres, que sumados a uno, más otros tres, más otro y otro, suman seis en seis.
Otra mala noticia, una victoria en diez partidos, pobre bagaje, la ¿buena?, pues que estamos cómo el año pasado, en tierra de nadie a tiempo de todo. En aquella ocasión nos valía, pero toca resetear esta Navidad.
No me gustan los Derbis, me tocan la gaita. Comamos el turrón, todos, porque el 2023 está ahí y la segunda vuelta también. Descansen, no desconecten y pidan a los Reyes Magos sus regalos, porque carbón les traen seguro.