Siete jornadas sin ganar, cinco empates y dos derrotas, plaga de lesiones, pérdida de puntos en casa, sangría defensiva, colapso en el medio del campo y ausencia de efectividad.
¿Y ahora qué?, es posiblemente la pregunta que se hace el sportinguismo a estas alturas de la temporada. Tal vez haya gente que no se lo plantee, todavía, tal vez haya quien mantiene la confianza en darle la vuelta a la situación, o quizá los haya que también asuman que la situación es la que es y no se da para más.
No soy amigo de dramatizar ni de convertirme en agorero, más bien me inclino por la sensatez y el optimismo, mucho más por estos lares rojiblancos, pero uno llega a la conclusión de que la película es un remake y que el contenido ya lo vio. Llegas a asumir cierto discurso de complacencia que se enmascara de mediocridad y notas esa sensación ficticia de tranquilidad ante ello. Hablo del Sporting y del empeño constante de bajarnos al suelo terrenal del ¡ye lo que hay!.
No es fácil la Segunda, no hay rival pequeño ni carente de orgullo, no hay una ley escrita de salir a cada campo con una camiseta, un escudo, una historia y ganar por decretazo. No hay una fórmula fija para conseguir el éxito, el ascenso o simplemente cumplir con un objetivo, no funciona así La SmartBank. Puedes competir cada día, cada jornada y volverte de vacío, puedes ir ganando en el 80 y acabar pidiendo la hora, puedes incluso ver cómo ese equipo recién ascendido y debutante en la categoría te pasa por la derecha. Múltiples son las combinaciones y los alineamientos estelares que tienen que darse para que puedas optar a estar arriba, de hecho creo que solo una cosa depende de ti, el mensaje.
Cuando Abelardo nos habla de rivales, de equipazos, de que la temporada pasada casi bajamos, que si no fuera por el partido ante el Girona jugaríamos en Primera RFEF…lo dice en serio, lo dice convencido de que esa es la realidad, y que pensar en algo más está completamente desvirtuado y carente de mimbres futbolísticos que nos den pie a pensar que este año sí. Pero no lo hace con mala intención, nada de eso, lo hace con total convicción porque elude la responsabilidad, él cumplió su trato, salvó al equipo la temporada pasada y basándose en ese trato considera que salvarse en 2023 es un éxito, ¡qué equivocado está!.
«Equipo en construcción», pero subida de abonos, «salimos a competir», pero nos empate el Albacete en casa, «no tenemos equipo para pelear por el playoff», pero renovamos a Queipo hasta 2027 y Cali rechaza una oferta de San Lorenzo, «proyecto a largo plazo», pero vísteme despacio que tengo prisa, «tenemos la mejor afición», pero un Sábado a las 18:30 ni 17.000. ¿os suena?.
Este Sporting, cómo el de la temporada pasada en la misma jornada, tiene un problema, mal de altura. Se siente más a gusto en la decimotercera plaza que en la quinta, ¿por qué?, porque no quiere pelear, porque el discurso de los equipazos pierde sentido, porque su entrenador no quiere dar ese paso y quedar mal en su ciudad si no se consigue el objetivo, porque la propiedad apoya al técnico con la boca pequeña y sin renovarle, pero sobre todo, porque no nos va ir de gallos, que aprendan de Luis Enrique.
Y llegados a este punto nos hacemos la pregunta del millón, ¿y ahora qué?, pues nada, ahora a Lugo que juega muy bien y que está en una posición de riesgo y lo hace más peligroso, y luego viene el Cartagena, un equipazo en playoff que claro, cómo le vamos a ganar. Más tarde el derbi, que son más de tres puntos y tal, pero saldremos a lo de siempre, a especular y así hasta el infinito y más allá. Ponte las pilas Pitu que hay cosas que no puedes controlar pero otras sí, los mensajes. Cambia la sonrisa por exigencia, la vanidad por sensatez, las frases directas a tus jugadores en la sala de prensa, por un puñetazo en la mesa, el sportinguismo por «entrenadorismo», haznos/hazte un favor, asume que entrenas a la cuarta plantilla más valorada o gracias por todo.