
España pasa a los octavos de final asumiendo riesgos y con muchísimas dudas en el juego. Una derrota ante Japón en la última jornada de grupos de este Mundial 2022 que deja un objetivo cumplido.
Ay España… ¡Cómo sufrimos! Qué duro es sentir impotencia, pero cómo nos estamos acostumbrando a sentirla desde que tocamos el cielo en Sudáfrica allá por el 2010. Puede parecer que no, pero desde entonces han pasado 12 años. 12 años es mucho tiempo. Tanto tiempo es que mientras Iker Casillas levantaba la Copa del Mundo al cielo de Johanesburgo, Pedri, Nico Williams, Gavi y Alejandro Balde, jugaban en categoría benjamín con el único fin de divertirse.
Ayer, todos ellos eran titulares en un partido que perdimos 2-1 ante Japón y en el que durante tres minutos estuvimos fuera del Mundial de Catar en favor de Costa Rica. Tanto tiempo son 12 años, que han pasado tres citas mundialistas. Tres citas mundialistas donde España solo ha conseguido ganar tres partidos de los diez que ha disputado hasta hoy: vs Australia (3-0), vs Irán (1-0) y vs Costa Rica (7-0). Y con todo esto, yo confío.
El fútbol está cambiando, es una realidad. Seis de los ocho grupos ya se han definido y ninguna selección ha conseguido hacer pleno de victorias. La globalización del deporte rey permite que cada selección cuente, cada vez más, con jugadores que son estrellas en ligas europeas o en equipos que compiten al máximo nivel.
Que le digan esto a Alemania o a Joshua Kimmich que durante los 8 años que ha jugado para la selección alemana ha sufrido dos eliminaciones en fase de grupos. Pero retomando nuestro camino y centrándonos en nuestra selección, hay que ser sinceros. El balón no salió. Y aunque saliera, ¿mereció España ganar el partido de ayer?
Desde mi humilde opinión no. Ayer un 17% de la posesión valió para decantar un partido y un primer puesto de grupo.
Yo no voy a ser ventajista. ¿Por qué? Porque yo confío. No voy a culpar el estilo de juego de Luis Enrique ni a Unai Simón. Muchos olvidan que este estilo de juego y esta selección metió siete goles en uno de los mejores arranques que se recuerdan en un Mundial. Muchos incluso quisieron empequeñecer a los costarricenses diciendo que eran una selección menor. Joder, la selección menor ha sido la única en ganar a los primeros de grupo y de poner en jaque a dos de las mejores selecciones del mundo.
Muchos culpan las horas de Twitch del entrenador o sus dotes de streamer porque necesitan la polémica y vibran con los goles de Vinicius mientras solo ponen muecas con los de Morata. Muchos quieren ver caer a Luis Enrique antes que ver ganar a España.
Yo confío. Confío, pero estoy cabreado, como el que más. No me vale que me vendan la moto de que el camino del segundo del grupo es más factible que el del primero. No me vale. ¿No hemos aprendido aún a no infravalorar a ninguna selección? Nos enfrentamos a la selección que más puntos ha conseguido en fase de grupos junto a Inglaterra y Países Bajos.
Nos enfrentamos a una selección que ha perdido solamente 2 partidos de los últimos 44, Copas de África y Eliminatorias mediante. Nos enfrentamos a una selección que ha pasado por encima de dos de las generaciones más prolíficas de los últimos años, Bélgica y Croacia. ¿Aún así sabéis qué? Yo confío.
Es el momento de saltar del barco, de ir el martes con una sudadera que te tape la camiseta de España, de llevar la bandera doblada en el bolsillo por si acaso, de ver el partido por Gol Mundial y desde casa en vez de en un bar, de ir poniendo tweets derrotistas, de ir borrando los comentarios positivos, de pedir la dimisión de Luis Enrique cuando hace dos días era Luis Padrique. Nada de esto me sorprende. El fútbol no tiene memoria. Hagan lo que quieran, pero yo confío.